Abierto a posibilidades
Eran las dos de la tarde y ya el peso del día estaba arruinando mi cuello. No podía pensar en otra cosa que llegar a casa, darme una ducha y dormir. Aún faltaba media jornada para irme así que me concentre en teclear lo último que quedaba del trabajo del día. Carlos, te buscan en la oficina del jefe.- Sentí de repente una voz mientras tocaban mi hombro. Era Irene, la pasante de recursos humanos. Le di las gracias con una sonrisa mientras me levantaba casi de un brinco ¿De la oficina del jefe? Si era por la contabilidad de mes pasado, el retraso fue culpa de Ángel porque “las revisiones no cuadraban” por eso no debería preocuparme ¿Pero llamarme directo a la oficina? Allí me encontraba, saliendo de la oficina de contaduría con veinte cubículos y veinticinco personas concentradas en trabajar y actualizar los chismes del día, así que salí al pasillo, llamo al ascensor y subo al último piso ¿No había má s ego en eso? La puerta de la oficina del jefe era de un c