La chica de mi amigo
Mis tardes pasaban fugazmente mientras esperaba aliviarme de las horas pesadas que la universidad había puesto en mis hombros. Como es lógico, y como muchos otros tontos universitarios que quieren vivir la vida, esperaba el fin de semana para poder ir de fiesta o reunirme con mis amigos más cercanos. Así pasaba las noches, cuando se podía claro está; alcohol, cigarrillos, risas, promiscuidad y alegría. Casi siempre alegría. Es sorprendente como alguien en soltería puede despreocuparse en las relaciones sociales. Siempre conociendo gente nueva e interactuando con tanta normalidad que puede causar alarmante curiosidad. Los jóvenes siempre estamos jugando con nuestro círculo social; por eso siempre cambiamos de amigos por motivos, en su mayoría, ajenos a nosotros. Una noche, entre viejos amigos y nuevos, compartíamos algunas copas y entablábamos elocuentes y faltas de sentido anécdotas entre risas histéricas. A la merced de la situación, ajeno a mis intenciones incluso, perci