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Mostrando las entradas de julio, 2014

Normalidad

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    Superlativamente a la complejidad del asunto en cuestión, Sharon bebía una taza de café como siempre lo hacía. Molía lo granos de café ya tostados, hervía el producto en cuestión, colaba aquella pequeña y espesa sopa marrón, servía en una taza de corazones, agregaba leche y cinco cucharadas de azúcar. Sus mañanas, aquellas que tenía libre puesto que no trabajaba días corridos, se desenmarañaban en pequeños deleites y gustos: Seleccionar un libro, el cual escogía meticulosamente según su estado de ánimo, pasear en bicicleta; solo si en sus huesos se acumulaba el terror del homo sapiens  sedentario, rasguear algunos acordes en aquella polvorienta pero hermosa guitarra electro acústica el cual variaba entre tres tonalidades de marrón, pensar en algunos temas de conversación para entretenerse con sus colegas.     Sharon, alegremente pensaba demasiado. En su pequeña cabeza cubierta por rizos ondulados con una combinación de rojo y amarillo ceniza, evocaban pasados, llamaban futuros,

Mochilero (Parte III: Sorpresas)

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Luego de dos semanas de viaje, pude completar aquel libro misterioso, lleno de señalamientos, direcciones, nombres entre otras cosas. Era el diario de Darío Navarro; al menos eso decía el grabado que se encontraba en la primera hoja. Entable amistas con el chef y algunos ayudantes. Estaban asombrados por la cantidad de determinación de mis acciones o mi “lucuria” como solían llamarle. Tal vez estén en lo cierto y este inmerso en una “lucuria” pero ¿Qué más da? Al fin y al cabo es mi viaje. A mí llegada a Mumbai, algo agitado, mareado, aturdido por el cambio horario y otros síntomas de viajes largos, me despido de mis nuevos amigos añorando a los que he dejado atrás. Paseando por las calles costeras observo muchas tiendas de chucherías y baratijas. Todo es colorido, las personas, los atuendos, las especias, los animales, los hogares, las tiendas. Me encuentro abrumado pues a lo lejos lo absorbía una sociedad más actual, mucho más moderna. Me recuerda un poco a aquellas postales de In

Penumbras

-           Miguel: Hola-. Noto su voz algo agitada-. ¿Te puedo ayudar en eso? -           Patricia: Hahahaha, siempre tan elocuente Miguel-. Acoto con un tono algo cansado. -           Miguel: ¿Cómo te encuentras, Patricia? -           Patricia: Ta vez, desprevenida, tomada por sorpresa por alguien que sabe cada movimiento que ejecuto. -           Miguel: ¿Hablamos de ajedrez, backgammon, guerra, o sexo? -           Patricia: ¿Hay alguna diferencia contigo, Miguel? Tarde o temprano te sales con la tuya y termino masturbándome gracias a ti-. Reímos unos instantes.   -           Miguel: ¿De qué me hablas? ¿No te habrás confundido de persona? Hahahahaha.   -           Patricia: No te hagas el difícil-. Silencio de 10 segundos-. Rayos… esta vez fui yo la que comenzó todo. -           Miguel: No me digas que te ha gustado lo de la última vez… -           Patricia: Miguel, fue algo distinto… solo eso. Se notaba en su voz la mentira. -           Miguel: ¿Acaso no te ha g