Crescendo
Es difícil pensar que robar una vida es más sencillo de lo que parece. No pretendo desprestigiar a los cuerpos de investigación, pero en ocasiones, pueden llegar a dejar muchos espacios vacíos en una investigación y no completan ni fundamentan bien sus informes; los asesinos podemos llegar a ser tan escurridizos como una salamandra. No contare y me reservare los lujos de detalle, pero puedo informarles con gusto y éxtasis, que a mis 57 años nadie ha sospechado que pude quitarle la vida a 32 personas. Fue sencillo; el miedo, la agitación mental, fueron mejor que cualquier paralizante químico. Se convirtieron en cervatillos asustados en su gran mayoría; quietos, indefensos, inmóviles por el miedo y el no conocer las intenciones de su depredador. Imaginen, solo por un par de segundos, el método de asesinar sin dejar rastro más sencillo… Créanme que dejaran más evidencias de las que creen, dejaran tanto a la disposición de la policía que los atraparan en cuestión de horas.