Allí, donde mueren las musas
Me sorprende la exactitud de algún refrán que escuche alguna vez. “Las personas son como el café…”, amargos, dulces, con un alma oscura o clara. Observar y detallar cada expresión con un simple “Hola, que tenga un buen día” y plasmar en ocasiones ese humor toxico, cuando su respuesta retumba en nuestros tímpanos, causa tribulación, como puede sacarte una sonrisa por todo un día. Eran las 3p.m; me encontraba en Café de la Paix. Otoño, hermosa coloración naranja sangrienta. No podía soportar la pereza y decidí ir a documentarme, más temprano que tarde mi fiel amada inspiración abandono mi ser, lo que me abrumo y afligió por unos instantes. 2 cafés y media cajetilla de cigarrillos mi mente estaba tan blanca como las hojas de la libreta donde plasmo mis anotaciones más relevantes. - Silencio y tranquilidad infernal. Diablos. Disimulo mi falta de concentración mientras acaricio mi cabello y observo el cielo. Carcajadas discretas,