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Mostrando las entradas de 2015

Medusa llorona

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Es sorprendente la compleja belleza de una taza de café recién preparado, respirar la brisa de la mañana, lavar tu cuerpo con agua tibia y poder seleccionar de tu cocina el mejor objeto para acabar con la vida de alguien. No me gustaría ensuciar mi sweater gris que tanto me gusta; se adapta a mi figura y me hace ver mejor de lo normal. Tampoco me gustaría terminar lavando a groso modo mis vaqueros azules que me regalo mi esposa. Ella aun piensa que no sé cuánto le ha costado,  pero amo esos detalles suyos. Le gusta verme bien vestido. De haber sabido todo esto antes de que me volviera aficionado a tasajear, diseccionar, amputar, rebanar, moler, y quien quita si el mérito puedo merecérmelo, destripar, hubiera realizado un curso de “Como utilizar el agua fría, azúcar y cloro para eliminar manchas molestas” que tanto exhiben en la sección de anunciados, o anúnciate, o prostitúyete como Karla de 25 años, experimentada, deseosa, complaciente…  En fin, me hubiera evitado que mi mujer ga

Paradoja cotidiana

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Creo que la última vez que vi un árbol de tal magnitud tendría aproximadamente nueve años de edad. Tenía un tallo grueso, como si fuera una ballena enterrada desde la base de la cola de forma vertical, tal vez era la edad, pero también lo recuerdo enorme, tanto como un rasca cielo, frondoso como una porción de bosque. Siempre fue un placer prohibido contemplarlo desde tierra, pues mis abuelos nunca dejaron que escalara aquel Everest de madera y surcara sus ramas retorcidas y hermosas llenas de tantas hojas que ni las sacudidas de la más fuerte brisa dejaban en descubierto un parche de luz. Cada tarde buscaba un banquillo rojo, lo posaba cerca de una raíz con un borde tan plano que lo usaba como mesa en ocasiones. Ni aun después de la muerte de mis abuelos, y yo quedando como heredero de la casa que tantas veces llame hogar, he perdido la mañana de tomar un café bajo ese árbol. Mi esposa, luego de la mudanza, me acompaña en ocasiones cuando no esta tan ocupada trabajando. Trabaja en c

El país de la torre oxidada

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Desde la última habitación del Hôtel Des Mines en el último piso, mi entras miraba por la ventana colonial podía imaginarme dar otro paseo por el museo Luxembourg. Podía verme desde una perspectiva área y pacifica mientras recorría los jardines aledaños, me extasiaba y hacia suspirar aquellos olores a lavanda y brisa fresca con un toque de ciudad y contaminación debo decir. Siempre ese típico paseo me lograba memorar la típica analogía sobre las prostitutas, su olor a Chanel barato y cigarrillos. No lograba explicarme a mí mismo el porqué.  Cada año como es costumbre lograba reunir algún dinero y viajar por algunas partes de Europa y Asia. Pero por alguna extraña casualidad o no mis pasos terminaban siempre en un punto; Paris. Ciudad del amor, del arte y del misterio. Me gustaba tomar el metro, aparte por su económico desempeño, por el tour que me permitía realizar y que no dejaba de encantarme cada vez que me encontraba por esas hermosas calles. Miraba los árboles que se abra

Sensualidad tormentosa

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Labial rosa brillante; Absolutamente carnal y estrechos Labios mendigos y simples. Tientan a marineros y soldados Que marchan a la guerra, con hombres Llenos de lujuria y ambición plena. Al morderte ¡Oh, al morderte! Deseo puritano alejado de lo nimio, Llena de amores a santiamén Gozando de su sensualidad hecha trasnocho. Suspirando sin quejas estoy por estas ninfas mortales Hechas tormentas salvajes. Ahogada estas amada en sueños rotos, Ahogada estas en las sombras. Alimentarias a un pueblo entero con un beso, Enamorarías tanto a hombre como mujeres. Vuestra sensualidad hecha oro Te confundiría con una diosa tallada en piedra.

Tantos, todo.

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Tantas casas a la par desperdiciando tanto espacio en tantos lugares del mundo. Es extraño ver tantísimas personas en tantos lugares irguiendo columnas para construir hogares en tan poco tiempo. Tantos caras en tan diminuto espacio me recuerda a todas las colonias de hormigas en todos los rincones del mundo; labrando un mejor hogar para tantos individuos. Lo contradictorio de todo esto es ver tantas personas en tantos lugares siéndose indiferentes; construyen un panal para un mismo propósito y ni siquiera cruzan por un segundo la mirada. Nos necesitamos, pero por tanto tiempo nos miramos los unos a los otros como un racista mira un color de piel distinta o cuando alguien mira a algún lisiado que va por la calle. Hemos fallado como “cristianos”, incluso como “no creyentes”, hemos muerto sin algún motivo en el corazón. El problema en cuestión, es que cada uno de nosotros ha contribuido a formar aquella pequeña protección llamada: escudo hipócrita. Desde chicos nos condicionan, s

La madrugada de la locura

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     Abrir los ojos, bostezar, recobrar la vigilia es un proceso frustrante. Decido levantarme en posición de 90 grados sobre mi colchón ortopédico, el cual me destroza la columna mientras al mismo tiempo la ajusta. Es algo refrescante y dolorosamente contradictorio. Paso mi mano derecha sobre mi cabeza para alizar mi cabello sin que aun todavía mis ojos se adapten a las penumbras de mi habitación. Mis ojos parpadean a la velocidad en la que un caracol surca cinco centímetros de distancia. Golpeo suavemente mis mejillas para recobrar conocimiento pues este estado nunca ha favorecido mi humor y me saca de mis casillas. Destapo mis pies algo tibios pero entumecidos de debajo de las cobijas, esas cobijas que compro mi madre en aquella excursión a Perú, eran cálidas, esponjosas, confortables como un abrazo de la persona que amas, transmitían el amor con que fueron elaboradas, compradas y obsequiadas. Comienzo bajando de forma automatizada mi pie izquierdo, dicen que es una mala manera de

Política sin tocar el tema. (Playlist)

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Lovekafkiano

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Morgoroth, siempre estuvo en el universo, incluso antes de ser  este creado. Jugaba con los átomos esperando que algún otro Dios pudiera hacer un juguete digno de su amor incomprendido. Morgoroth, vio asombrado como nacía el gran big bang y esperaba con sus compañeros que hubiera vida la cual admirar. Vio cómo se desprendían planetas desde el centro de la galaxia hacia los albores infinitos del universo que aun seguía en expansión gracias a la carrosa de Natguala, la cual estiraba aquel extraño manto negro. Morgoroth presencio como surgían creencias en el único planeta que con los seres más nuevos. Vio nacer Dioses de todo tipo en innumerables y diferentes tribus de humanos. Conoció al Dios Judío y a su descendiente, los cuales se postraron ante la presencia descomunal de Morgoroth. El Dios Abrahamico sugirió un dulce manjar el cual desbordaba del centro del alma de aquello seres en aquel recién nacido planeta; maldad, odio, rencor, celos y otros adjetivos dio a estos carismáticos dul

Mochilero (Parte V: Lazos intelectualizados)

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-         -Mucho gusto, mi nombre es Willie.- Salude haciendo el esfuerzo de no parecer asocial. -Nigel querido amigo, N-I-G-E-L. Se pronuncia “Nai” pero eso no importa.- Sonreía felizmente aquel nuevo amigo. Nigel, de unos treinta y tantos igual que yo. Poseía una barba algo tupida; de unos cuantos meses.  Estaba algo fornido, supongo que habrá sido algún deportista en su juventud. Aunque esos orificios de túnel en sus orejas podrían demostrar que fue algún matón que no le quedó más remedio que vagar por el mundo. Tiene el cabello ondulado, ojos claros y es tan amigable que dan ganas de asesinarlo. -Oye, de donde eres.- Pregunto con una ceja alzada. -Es difícil de decir, Nigel. Ya no sé si pertenezco a algún lado, pero si te refieres a donde he nacido, fue en alguna parte del sur de Ámsterdam. Mi padre era holandés y mi madre Venezolana. – Reproche con una mueca. -¡Vaya! Por eso dominas el idioma.- No se mostraba tan sorpresivo por su carcajada decepciónate.- Yo soy de R