Mochilero (Parte V: Lazos intelectualizados)
- -Mucho
gusto, mi nombre es Willie.- Salude haciendo el esfuerzo de no parecer asocial.
-Nigel
querido amigo, N-I-G-E-L. Se pronuncia “Nai” pero eso no importa.- Sonreía
felizmente aquel nuevo amigo.
Nigel, de unos treinta
y tantos igual que yo. Poseía una barba algo tupida; de unos cuantos
meses. Estaba algo fornido, supongo que
habrá sido algún deportista en su juventud. Aunque esos orificios de túnel en
sus orejas podrían demostrar que fue algún matón que no le quedó más remedio
que vagar por el mundo. Tiene el cabello ondulado, ojos claros y es tan
amigable que dan ganas de asesinarlo.
-Oye,
de donde eres.- Pregunto con una ceja alzada.
-Es
difícil de decir, Nigel. Ya no sé si pertenezco a algún lado, pero si te
refieres a donde he nacido, fue en alguna parte del sur de Ámsterdam. Mi padre
era holandés y mi madre Venezolana. – Reproche con una mueca.
-¡Vaya!
Por eso dominas el idioma.- No se mostraba tan sorpresivo por su carcajada
decepciónate.- Yo soy de Rusia, camarada. Padre ruso madre mexicana.
-No
manches, camarada.- Reímos sin par tras aquel chiste.
Nuestro viaje desde ese
punto se basó en chiste sobre nuestros países tales como: “Comen mucha masa
redonda… por eso la mayoría en redondo” Haciendo referencia a las arepas;
“¿Cómo va la reconstrucción del stalingrado?”, Etc.
Nos fuimos conociendo
mucho más durante nuestro viaje, tanto como para idear un plan de viaje ya que
nos dirigiríamos al mismo punto en concreto, “La madre Rusia”. Para eso creamos
la siguiente ruta: Atravesaríamos lo que nos quedaba de india y seguiríamos por
Nepal; nos trasportaríamos como pudiese. Seguiríamos por China, pasando por el
Tibet, Louen, kansou para así llegar de manera fácil a Mongolia; viaje que se
nos hizo algo complicado en China por las leyes, lo cual pudimos solucionar
gracias a Nigel, el cual sorprendentemente habla 7 idiomas. Creo que mi teoría
de matón renegado queda descartada. Al llegar a Mongolia ya sentía las ansias
de Nigel al acercarnos a la frontera de Rusia.
-Ya
está empezando a asomar el frío, Willie.- Sus ojos se iluminaron como
luciérnagas.
-¿Cuánto
tiempo me dijiste que tenías sin venir?- Mencione con voz baja para que mi
amigo no se sintiera amenazado por recuerdos de antaño.
-Casi 10 años creo. No es nostalgia ¿sabes? Es otra cosa. No extraño haberme ido, mi
vida ha sido plena a mi parecer. Estudie historia en Grecia, realice un
doctorado en filosofía en España. Tuve amores, decepciones, lugares al cual
llamar hogar, lugares a los cuales jamás regresaría jajajajaja.- Secando sus
ojos menciono aquello.- Debemos ver a alquien, Willie.- Acepte sin inmutarme al
instante.
-Pero
primero tenemos que visitar a un viejo amigo. Creo que te caerá del carajo.
Luego de un par de
horas nos encontrábamos en camino hacía nuestro destino exacto. Un par de
calles, dos bosques, un pueblo rural y luego una casa magenta. Algo grande comparando las diversas casas de
la localidad donde se encontraba. Grande, penetrante y de un color inusual.
Para llegar a la entrada de aquella pequeña mansión cruzamos lo que parecería
un pantanal llano; la nieve en aquel lugar se empezaba a derretir y creaba
charcos por doquier.
Tomamos luego el camino
de granito molido, rodeamos la fuente de cicerón. Tocamos aquel timbre dorado y
esperamos su respectivo “DONG”.
-Siempre
tan particular, rayos.- Grito Nigel a todo pulmón.
-¿¡Maldito
bastardo, realmente eres tú!?- Se escuchó la voz de una mujer, la cual diría no
muy femenina.
El umbral rechino,
tembló y desgarro recuerdos.
-Francheska,
veo que ya no eres lesbiana.
-Y
tú, Nigel ¿Sigues siendo gay?- Rieron tanto que olvidaron mi existencia por un
momento.- ¡Oh! Discúlpanos es uno de nuestros pequeños reencuentros casi
anuales.
Francheska es algo
delgada de contextura atlética, cabellera larga peinada hacía atrás, ojos
verdes; tan verdes como el color del diario. Las curvas de su cuerpo eran algo
tentadoras, su rostro de piel clara y cabellos oscuros labios gruesos y rosados me parecieron
fascinantes. Hermosura natural y descomunal.
-¿Quién
es tu amigo, Nigel?- Sonreía mientras extendía una mano hacía mí.
-Willie…
Willie García, es un placer.- Pronuncie en un ruso básico explicado por Nigel.
-Vaya,
no debes forzarlo tanto como un Alemán enojado.-Respondía en perfecto español.
Sonreí un poco por
aquel chiste.
Nos invitó a pasar a
tomar una taza de café y ponerla al día sobre nuestro viaje, en conjunto e
individual, como nos conocimos y que nos traía a aquel sitio. Antes de llegar a
la cocina recorrimos la sala de estar, la biblioteca personal y el salón de
música. Esta chica lo tenía todo.
-Franck,
¿Seguiste escribiendo tus libros?
-Llevo
13 de hecho. - Me pareció sorprendente
escuchar aquello.
-¿Qué
clase de linea de redacción tienes?- Me atreví a preguntar.
-¡Vaya!
Al fin un conocedor, algo tosco debo decir, pero… ¡UN CONOCEDOR!- No sabía si
era un cumplido o algo de sarcasmo intelectual ruso. – Me destaco en la poesía
folclórica, historias negras y cuentos de terror.
-Vaya
que es un placer, señorita.
Y con una sonrisa estúpida dibujada en mi rostro terminamos
de inmediato en la cocina de aquella mansión.
Aquella pequeña mansión magenta.
Comentarios
Publicar un comentario