Amando la oscuridad
2:30a.m y conciliar el sueño es una absoluta pesadilla; no poseo aquel hermoso cansancio que aparece a media noche, mis parpados no están agotados y mi mente sigue tan concentrada y lucida como al medio día. Deseo descansar pero mi cuerpo no me lo permite, quiere seguir en movimiento perpetuo, como un trabajador de cantera. Pasadas las 2:45a.m el rastro existente, si es que alguna vez lo hubo, desaparece ipso facto. Mi mente comienza a divagar y desvariar; es hermoso que estos momento me hagan pensar de maneras a las que algunas personas no tienen acceso, el solo pensarlo hace sentirme único, nostálgico y algo agobiado. Tres en punto ante merídiem, una habitación gris, crepuscular, tibia y muerta son mi única compañía, podría leer, pero mi mente no se concentra ahora, ¿Observar la televisión? De nada serviría solo “estupideces” y obscenidades algo lúgubres son destacadas a estas horas. Mi cuerpo entumecido por el desvelo sigue sin cansancio, solo algo rígido por la f