Mochilero (Parte II: Viejo amigo, nuevo viaje)

   Es el sol. Comienza a calentar y sus rayos inundan es el cielo. El aire huele tan bien que no puedo para de sonreír;  aventura, buen comienzo, nuevo amor  y alegría.

   Mi dirección solo podía seguir una ruta, el bar McLorend’s. Allí encontraría a un viejo amigo de camino. Luis. Siempre carismático, alegre, hiperactivo, sincero y audaz. Extrañaba acariciar el viento, rozar los caminos, evocar historias del pasado con mi viejo amigo. Lástima que no podría acompañarme durante todo mi viaje, pues él ya había comenzado el viaje más interesante, particular y complicado de su vida. Ser padre de familia.

   Observo el letreo rojo, algo desgastado con el mismo menú que debería tener  al menos 80 años. Me detengo un momento y pienso en lo inevitable ¿Algún día encontrare la indicada? ¿Mi gran viaje?  Puede que esté más cerca de lo que deseo.

   Halo la perilla y junto con ella la maciza puerta de abeto. Crujen las bisagras por el óxido producido por el mar, el piso chispea y cual chicle gomoso. El bar se encontraba pleno, vacío, pacifico, imperturbable.

   En la barra, Luis. El Luis de siempre. Alto, algo robusto, rostro triste, ojos vivos, barba de 3 semanas, piel color madera húmeda. Es extraño verlo allí, quieto, apaciguado, feliz; ya había encontrado su gran viaje al fin y al cabo.

     -¡BASTARDO SIN GRACIA!

     -¿Melancólico infeliz?.-  Eso es amistad y lo demás es bazofia.

   Luego de un abrazo fraternal, unos cuantos pasos de boxeo, jabs al aire y gritos obscenos continuamos aquella conversación.

     -Entonces ¿Te decidiste a hacerlo de una vez por todas, Will?

     -Sí, te sorprenderías de los caminos que he tomado últimamente.- Soñé aquello mientras le sonreía.

     -Bueno, bastardo. ¿Por qué esperaste tanto?

     -Miedo.- Me ruborice.- No sé realmente si fue eso, Luis. Pero estoy tan decidido como toro en plena embestida.

     -Se te hace tarde, tonto del culo.- Sonríe Luis con un aspecto demasiado paternal.- Ve por la puerta trasera, nadie te vera subir al ferri. Sigue la línea verde hecha con marcador, baja por los camarotes y ocúltate en el almacén, mi amigo es el chef y no tendrás problema en aquel lugar. Suerte, hermano.

   Luego de un zape, un abrazo, ojos sollozos, voces crujientes y despedida de beisbolista. Salgo por la puerta trasera y me sorprendo al ver al ferri a unos escasos 3 metros ¿Cómo carajo no lo vi antes? Seré cegatón de cojones.  

   Primero la mochila, luego el saco de dormir, 3 pasos atrás, un pequeño impulso y logro subir por las ventanillas de los camarotes.  Alcanzo el barandal, tomo mis cosas y corro a prisa siguiendo aquella evidente línea verde.- Vamos, Luis. Es tan evidente que la has hecho tú algo apurado. Quizás esta misma mañana al despertar-. Bajo las escaleras de los camarotes hasta llegar ha dicho almacén. Huele a frutas, carnes secas y granos. Que apetito me ha entrado, Dios.

   Voy detrás de un grupo de sacos de papas solitarios, me dieron algo de pena y pensé solo en hacerles compañía. Por lo menos hasta Mumbai serian mis acompañantes, junto a mi amante, aquel libro verde jade con detalles rojos y dorados.

     -Oye niño, tienes hambre-.

   Sorprendiéndome desde la cocina cercana, el chef, amigo de Luis.  Algo obeso para un marinero, cabellera blanca, barba de 1 mes, aspecto de abuelo.


     -Por favor, si no es una molestia.- Respondí  con una sonrisa nerviosa. 


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Monologo de Mr Hyde (Breve delirio, locura y amnesia: Parte 2.5)

La madrugada de la locura

Breve delirio, locura y amnesia ( Parte I )