Amando la oscuridad
2:30a.m y conciliar el sueño es una absoluta pesadilla; no
poseo aquel hermoso cansancio que aparece a media noche, mis parpados no están agotados
y mi mente sigue tan concentrada y lucida como al medio día. Deseo descansar
pero mi cuerpo no me lo permite, quiere seguir en movimiento perpetuo, como un
trabajador de cantera.
Pasadas las 2:45a.m el rastro existente, si es que alguna
vez lo hubo, desaparece ipso facto. Mi mente comienza a divagar y desvariar; es
hermoso que estos momento me hagan pensar de maneras a las que algunas personas
no tienen acceso, el solo pensarlo hace sentirme único, nostálgico y algo
agobiado.
Tres en punto ante merídiem, una habitación gris,
crepuscular, tibia y muerta son mi única compañía, podría leer, pero mi mente
no se concentra ahora, ¿Observar la televisión? De nada serviría solo “estupideces”
y obscenidades algo lúgubres son destacadas a estas horas. Mi cuerpo entumecido
por el desvelo sigue sin cansancio, solo
algo rígido por la falta de movimiento.
-
No, no, no… ¿Podre haber muerto, podrá ser un
sueño lucido? Nada de esto es normal.
3:23a.m nada sucede, nada en absoluto. El viento a muerto o
solo ha callado, no sé con exactitud. Desearía ocuparme pero a estas horas por más que quiera
no puedo ocuparme, no me nace, tampoco es como si pudiera rendir. ¿Realmente no
estoy agotado o solo es un engaño de mi hipotálamo? Detesto las noches, más aun
si son solitarias, como siempre…
3:38a.m ¿Ruidos? ¿Alguien ha despertado? Para mi sorpresa solo fue mi imaginación, mi
mente debe estar entreteniéndose por sí misma pues estaba cansada de permanecer
inactiva sin concentración, divagando e imaginando pasados futuros y viceversa.
Dispuesto a girar la perilla de mi habitación, me dispongo a salir a observar
la nada, la tranquilidad, la soledad en su máxima expresión y buscando en algún
lado alguna compañía inadvertida.
3:50a.m Nada ha cambiado mucho en tantos minutos; todo sigue
igual de muerto, frio y triste. Me queda
esperar el amanecer.
Todo poco a poco se torna un poco más oscuro, cálido,
profundo. ¿Me habré dormido? No puede ser posible, aún tengo los ojos abiertos
y percibo mí alrededor. Pasos, sonidos extraños como si se tratase de algún televisor mal sintonizado,
lleno de estática. Giro mí cabeza para
poder destacar y reaccionar lo sucedido ¿Otro juego mental, eh? En medio de la
sala, dos cigarrillos y una taza de té ahora son los protagonistas de esta
escena, un pequeño delirio esquizoide.
En medio del comedor ahora se encontraba una calle muy
transitada, personas sin rostro, por lo menos las he llamado sin rostros pues
donde irían estos se encontraban velos negros, caminando, dirigiéndose a
quien sabe dónde los llevarían sus ancas
de rana. Hombre en bicicletas muy extrañas me observaban al pasar mientras yo
aspiraba aquel humo amargo de la madrugada con sabor a té.
Pequeñas carriolas, manejadas por madres flotantes suspendidas
por la cintura por globos rojos, niño llorando azul phthalo, levantaban el
meñique mientras me observaban en mi pequeño ritual de observación
naturalista. Parpadeo, gran error, mi pequeño
y divertido mundo de ilusiones a desaparecido, no lo hayo en ningún lado, ni en
mis más profundos deseos. Ahora, tan solitario como nunca, tan muerto como
siempre “despierto” un nuevo sol asoma por la sima de las montañas y de los
arboles silvestres, algo rosado y romántico para mi gusto; solo dos minutos más
faltaron para amar ese nuevo amanecer, naranja, acido, corrosivo cual incendio
forestal , magnifico. Es hora de alistarme e ir a la rutina.
4:50a.m No poseo rastros de mi amante perpetuo, de mi deseo
secreto después de un día ajetreado; sé que algún día nos volveremos a
encontrar querida amada mía, hasta siempre. Como amor, este humilde somnoliento
hiperactivo.
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