Entradas

Mostrando las entradas de octubre, 2014

Recuerdos de un ayer ( Allí, donde mueren las musas )

Imagen
Tras el gris laberinto abandonado, el cual se encuentra lleno de marcas amarillentas para guiar nuestras partidas e indicarnos el camino correcto. Paso tras paso contando zancadas graciosas y un poco apresuradas, abrigando mis manos en los bolsillos de mi suéter, divagando al mismo instante en todo nuestro tiempo imperfeto, quebradizo, suelo sacudir la colilla de un Malboro deseando que los recuerdos se reduzcan cuales cenizas joviales y agonizantes. Mil cuatrocientos setenta y tres. Av. Jean Jaurès. Aun te recuerdo. Aquellos días simples y llenos de gracias bastaron para consagrarte en cada una de mis células. Te recuerdo llena de gracias, paz y tristeza metafórica; vacía y tan llena al mismo tiempo, incomprendida y amada en un solo instante, viva y agonizante cual colilla frágil pendiendo de mis labios y observada, siempre tan observada al momento de tocar aquel laberinto gris desagraciado. Paro, mis labios arden pues la agonía de no decirte que te amé quema más que este Malboro

Luz celeste

Imagen
Extraño seria no comparadle por vuestro nombre si cada rincón por el que se asoma su exquisita presencia se ve iluminado de una manera tal que el sol temblaría de pánico al conocerte definitivamente, la luna se sumiría en histeria cuando al fin pueda tu rostro asomar por el balcón a respirar un nuevo mundo; nadie sabe que pasara después, pues  me es inconcebible que no sea de un carácter salvaje e impredecible como vuestra madre.  Hablando de familia, nueva aurora. No quiero pensar en el infierno desatado por el padre al comprender que algún día dejara de ser el hombre de tus ojos, que vuestra boca por fin tengan dueño, los suspiros escapen de vuestra alma por algún amor incomprendido y doloroso. Veo dolor anticipado en aquel frágil hombre que por culpa del destino te ama tanto o más que al Dios en que ha depositado su confianza. Para ti, mi niña iluminada, de labios propensos al suspiro de almas corrompidas, de ojos amargos como el café a la media noche, piel sincera y perfecta.