Recuerdos de un ayer ( Allí, donde mueren las musas )
Tras el gris laberinto abandonado, el cual se encuentra lleno de marcas amarillentas para guiar nuestras partidas e indicarnos el camino correcto. Paso tras paso contando zancadas graciosas y un poco apresuradas, abrigando mis manos en los bolsillos de mi suéter, divagando al mismo instante en todo nuestro tiempo imperfeto, quebradizo, suelo sacudir la colilla de un Malboro deseando que los recuerdos se reduzcan cuales cenizas joviales y agonizantes. Mil cuatrocientos setenta y tres. Av. Jean Jaurès. Aun te recuerdo. Aquellos días simples y llenos de gracias bastaron para consagrarte en cada una de mis células. Te recuerdo llena de gracias, paz y tristeza metafórica; vacía y tan llena al mismo tiempo, incomprendida y amada en un solo instante, viva y agonizante cual colilla frágil pendiendo de mis labios y observada, siempre tan observada al momento de tocar aquel laberinto gris desagraciado. Paro, mis labios arden pues la agonía de no decirte que te amé quema más que este Malboro