Luz celeste
Extraño seria no comparadle por
vuestro nombre si cada rincón por el que se asoma su exquisita presencia se ve
iluminado de una manera tal que el sol temblaría de pánico al conocerte
definitivamente, la luna se sumiría en histeria cuando al fin pueda tu rostro
asomar por el balcón a respirar un nuevo mundo; nadie sabe que pasara después,
pues me es inconcebible que no sea de un
carácter salvaje e impredecible como vuestra madre.
Hablando de familia, nueva
aurora. No quiero pensar en el infierno desatado por el padre al comprender que
algún día dejara de ser el hombre de tus ojos, que vuestra boca por fin tengan
dueño, los suspiros escapen de vuestra alma por algún amor incomprendido y
doloroso. Veo dolor anticipado en aquel frágil hombre que por culpa del destino
te ama tanto o más que al Dios en que ha depositado su confianza.
Para ti, mi niña iluminada, de
labios propensos al suspiro de almas corrompidas, de ojos amargos como el café
a la media noche, piel sincera y perfecta. Para ti, mi niña de alma inocua, que
por vuestro nombre y fe de una familia en esmero protectora y abnegada hasta
donde su corazón puede caminar, sé que serás libre y hermosa, como el viento
matutino que arranca con suma fragilidad las gotas del rocío, podrás resolver
enigmas misteriosos como los que ahora tienes presente en este mundo extraño y
desconocido.
No temas, no todo lo que
descubras de primera manera debe ser malo o espeluznante, debe doler o
empalagar como mil mieles del desierto. En unas cuantas miserias temporales
comprenderás que la vida tiende a tener un perfecto balance. Aunque pienses que
esta que dichas palabras anteriores no tienen dominio en el corazón del hombre,
algún día me adjudico a guiarte en este mundo devastado e inentendible, pero
hermoso. Hermosamente complicado.
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