Lovekafkiano

Morgoroth, siempre estuvo en el universo, incluso antes de ser  este creado. Jugaba con los átomos esperando que algún otro Dios pudiera hacer un juguete digno de su amor incomprendido. Morgoroth, vio asombrado como nacía el gran big bang y esperaba con sus compañeros que hubiera vida la cual admirar. Vio cómo se desprendían planetas desde el centro de la galaxia hacia los albores infinitos del universo que aun seguía en expansión gracias a la carrosa de Natguala, la cual estiraba aquel extraño manto negro. Morgoroth presencio como surgían creencias en el único planeta que con los seres más nuevos. Vio nacer Dioses de todo tipo en innumerables y diferentes tribus de humanos. Conoció al Dios Judío y a su descendiente, los cuales se postraron ante la presencia descomunal de Morgoroth. El Dios Abrahamico sugirió un dulce manjar el cual desbordaba del centro del alma de aquello seres en aquel recién nacido planeta; maldad, odio, rencor, celos y otros adjetivos dio a estos carismáticos dulces. Morgoroth cambiaba de forma por diversión; encogió sus garras, achico su cuerpo e hizo casi diminuta su cabeza. Vago por la Tierra recolectando almas durante 2000 años alimentando su apetito insaciable de aquel delicado bocadillo el cual ese inútil Dios Cristiano recomendó. Morgoroth fue conocido por diferentes individuos los cuales le proporcionaron millones de nombres, pero un mismo objetivo, apoderarse de todas las almas de la Tierra sin importar que. Morgoroth al descubrir la calumnia de la cual hizo comentario aquel Dios Católico, con solo su respiración borro su existencia de cualquier universo; su recuerdo persistió pues Morgoroth reconocía que si sucediera lo contrario la Tierra y sus deliciosos snaks desaparecerían. Amaba las guerras. Paseo por todo tipo de campo de batallas arrebatando de sus cuerpos aquellas almas malditas y moribundas, pensaba que ese era el mejor momento pues su sabor se hacía especial. Durmió es campos de concentración, prisiones y manicomios; solo en la última mencionada pudo descansar cual bebé arrullado. Morgoroth en aquellas épocas tenia forma de perro, su altura no era comparada con el edificio más alto actualmente, sus patas sabuesas poseían garras de reptil, su lomo plateado como la noche tenia escamas, su cráneo solo era eso, un cráneo. Tenía afilados colmillos; incontables aun si poseyeras vida eterna. Lengua de camaleón para poder atrapar mejor las almas. Morgoroth si así hubiese querido, hubiera creado otro planeta parecido a la Tierra solo para mejorar de alguna forma la receta de aquellos higos humanos. Su respiración podía paralizar el tiempo, destruir galaxias, renovar el universo y abrir dimensiones temporáneas. Su orina creo constelaciones; creaba millones de estrellas. Su excremento absorbía materia, la destruía y la hacía imperceptible, los humanos los llamaron agujeros negros. Su rugido podía destrozar a los camaradas con los cuales compartía la inmortalidad desde antes del principio de los tiempos. En su tamaño normal alcanzaba a medir un poco más de 79.325 millones de años luz de la punta de su nariz osamentada al látigo creador de ráfagas de tiempo llamado cola. Poseía el conocimiento infinito, basto. Podía incluso materializar a su antojo cualquier pensamiento. Morgoroth cansado de tomar importancia entre su alimento favorito decidió probar otro platillo. Almas buenas, sin pecado, puras, inocentes. Morgorth se dio cuenta de que efectivamente eran mucho más deliciosas y más aún si poseían fe antes de ser consumidas. Opto malignamente y con una frialdad que solo un Dios de tal calaña y corrompido podía hacer, tomo la forma de nueve millones de personas, las cuales se verían conocidas como supuestas personas buenas, personas correctas; al menos eso pensábamos. Morgoroth en su actual forma posee iglesias, complejos bancarios, mezquitas, templos, puestos presidenciales entre los lugares más conocidos donde puede alimentarse a su antojo. Morgoroth aún tiene hambre, ya no juzga la comida por su sabor, solo engulle. Morgoroth sabe divertirse y le gusta ver a la humanidad consumirse, marinarse, adobarse, cebarse solo para que el sabor pueda mejorar algún día. Ese día ya está cerca y Morgoroth aún sigue con hambre. 


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