La chica de mi amigo
Mis tardes pasaban fugazmente
mientras esperaba aliviarme de las horas pesadas que la universidad había
puesto en mis hombros. Como es lógico, y como muchos otros tontos
universitarios que quieren vivir la vida, esperaba el fin de semana para poder
ir de fiesta o reunirme con mis amigos más cercanos.
Así pasaba las noches, cuando
se podía claro está; alcohol, cigarrillos, risas, promiscuidad y alegría. Casi
siempre alegría. Es sorprendente como alguien en soltería puede despreocuparse
en las relaciones sociales. Siempre conociendo gente nueva e interactuando con
tanta normalidad que puede causar alarmante curiosidad. Los jóvenes siempre
estamos jugando con nuestro círculo social; por eso siempre cambiamos de amigos
por motivos, en su mayoría, ajenos a nosotros.
Una noche, entre viejos amigos
y nuevos, compartíamos algunas copas y entablábamos elocuentes y faltas de
sentido anécdotas entre risas histéricas. A la merced de la situación, ajeno a
mis intenciones incluso, percibí al fin las nuevas caras que esa noche se
integraban, y que para mi sorpresa se integrarían de lleno por un buen tiempo;
un par de chicas y un chico. Él, algo amanerado, pero quien soy yo para
juzgarlo me van ambos sexos. Una de las chicas algo tosca, varonil, graciosa y cálida,
la otra muy femenina y amargada. Un bello contraste para nuestro grupo de
amigos.
A nuestra manera todos
nosotros a pesar de ser muy amigos lo único que teníamos en común es el humor y
una que otra vivencia, incluyendo las amorosas. Nos conocemos a dispar
temporal, cada quien tiene su propio estilo particular, sentidos de la vida
opuestos, economía de diferentes sustratos, con visiones, pensamientos, gustos,
trato, vicios y pare usted de contar las diferencias. A pesar de esto
compaginamos como piezas de rompecabezas que tenían que unirse en algún
momento. En fin. Las nuevas caras, aunque un poco receptivas, no encontraron su
comodidad aun, pues, nosotros éramos las caras nuevas para cada uno de ellas.
Se vieron vinculadas de una
manera muy curiosa. Casi parecía un censo político; hablábamos de buscar nuevos
personajes para nuestro círculo y arrojábamos currículos verbales sobre la mesa
y por votación inconsciente escogíamos a
algunos sugeridos. A consecuencia de esto allí se encontraban dicha noche. Algo
extraño y que para mí sorpresa no esperaba encontrar a alguien parecido a mí. Los
pongo en contexto: Me comporto como tonto para distraerme, pero realmente poco
me da gracia y soy algo melancólico a la par de que me estreso con facilidad,
me gusta hablar mucho y escuchar lo que tengas que decir en cualquier momento,
uso muchas malas palabras, me visto raro, cada dos por tres cambio de estilo, soy
muy masculino y pareciera que tengo pocas luces hasta que hablo estando en
estado de “seriedad”. Así puedo seguir mucho tiempo, pero es para hacerles la
idea de cómo es la otra persona, no yo.
Seguramente a estas alturas,
dicho contexto puede ser alterado con facilidad. No me atraía, solo me causaba
curiosidad como alguien tan idéntico en ciertos aspectos existiera tan a los
diez kilómetros a la redonda. Ella es acompañante de uno de mis buenos amigos,
el gusta de ella. Yo ando por la vida traumado por relaciones que fueron, demás
queda explicar, poco fructíferas a pesar de que solo he tenido tres parejas. En
una línea temporal seria: dos meses: Ella estaba totalmente loca y simplemente desapareció,
siete años: como estoy loco me enamore como un tonto con entregando hasta mi
dignidad ¿Entienden, no? Me llaman el venado luego de esa relación y por ultimo
dos meces: aquí fui yo quien lo arruino por culpa de no haber superado a mi pareja
anterior a esta.
Pasaron las semanas, las
reuniones y las fiestas. Cada poco nos conocíamos mejor y aun así solo la veía como
“la cuñada”. Todos mis amigos son mis hermanos. Cierta noche comenzamos a
hablar por el azar de otra similitud. El insomnio. Pasamos un par de noches
tratando de hacer amigos, contando anécdotas, viendo que otras pendejadas teníamos
en común y escuchando bandas que nos gustaban.
Otro fin de semana, otra
reunión entre amigos. Las mismas caras de la última vez. Pasaban los tragos,
colillas y conversaciones tontas. Algunos comenzaban a apartarse para conversar
de cosas más privadas. Entre todos siempre ha existido eso de “todos somos
amigos, todos nos contamos todo, nos tenemos confianza… pero siempre hay ese
alguien que tiene la primicia por adelantado” y no significa que no nos amemos
a nuestra manera. Voy de grupo en grupo pues me gusta ver si está todo bien y
encuentro a mi mejor amiga hablando con Marco; hablaban de las parejas y como
les ha ido en el amor y como los dos me conocen me pidieron que les dijera
algo. Después de un par de sátiras a nuestros amores pasados Marco se levanta para
ir al baño y nos deja a solas.
- ¿No
estás cansada de repetir siempre el mismo modelo de patán?-. Le comento a mi
amiga mientras me burlo un poco de ella.
- ¿Y tú?
¿No te cansas de ser un pendejo?-. Me reclamaba mientras se reía por su
ingeniosa respuesta.
- La
verdad es que si, Nina.- Pensé un minuto y de la manera más infantil le
comente.- ¿Qué tal si lo intentamos y ya? No nos gustamos de aquella forma pero
ambos sabemos que no haremos lo que ya hemos vivido. A demás si en dada
suposición no llegase a funcionar, ambos estamos consciente de que seguiremos
siendo los mismos.
- ¿Es en
serio?-. Me miraba con incredulidad y asombro por mi proposición.- Está bien,
tienes razón. Hagámoslo.
Nina y yo nos conocemos desde
hace años. Siendo vecinos casi siempre nos veíamos pero no nos tratamos desde
hace unos cinco años. Ella es malhumorada aunque siempre se ríe por todo, es
bajita, rellenita y posee un estilo muy ingenuo. Llegue a gustarle una
temporada y hemos tenido sexo. La amistad siempre estuvo, se hizo más fuerte,
pero nunca nació el ser algo más que solo amigos. Hasta ahora y solo por
curiosidad.
A la llegada de Marco lo
miramos y esboce.- Marco, mira, te presento a mi novia.- Marco solo tuvo tiempo
de reírse y decirnos que si eso había pasado en menos de cinco minutos no
imaginaba en cuanto tiempo podíamos hacer otras cosas.
Al salir de la habitación
vimos que no fuimos los únicos en perder el tiempo, unos estaban ebrios, otros
a medio dormir y Veronica, la chica que le comente al principio, se había
vuelto novia de Juan al fin. Todo bromeamos, volvimos a activar al grupo y
contar entre bromas lo que había pasado en un parpadeo. “Yo me lo esperaba” “Van
a celebrar los aniversarios el mismo día” Fueron algunos de los comentario de
ese instante.
Veronica y yo seguimos haciéndonos
amigos y conversando en las madrugadas. Nada del otro mundo. O eso pensábamos,
pues poco a poco veíamos que nos llevábamos mucho mejor. Nina y yo seguíamos con
el mismo trato de amigos o incluso diría que nuestro trato se volvió más
distante. Yo ya me había acostumbrado a no tener pareja y aunque ella lo intentaba
a veces no funcionaba, o así reaccionábamos, la relación nueva que habíamos
generado la reunión pasada. Ahora hablábamos menos, nos veíamos menos, pero no
era por pena, no saber qué hacer o quien sabe qué. Solamente se daba esa
situación.
Luego de una madrugada, mientras
conversaba con Veronica, entre una broma muy tonta luego de que nos diéramos cuenta
que nuestra canción favorita era exactamente la misma le comento.- Mira, yo
creo que te vas a casar conmigo. Te voy a comprar tremendo anillo y listo.-
Para mi sorpresa no me esperaba lo siguiente:
- La
verdad es que no es mala idea.- Supongo que ella estaría riendo. No lo sé a
ciencia cierta pues nos encontrábamos conversando por chat.
- Mira
que ya son muchas cosas en común a estas alturas y bueno como que vamos a
pararlo acá porque a lo mejor me empiezas a gustar.- Como una cachetada llego a
mí la frase “Detrás de toda broma hay una verdad” y así me di cuenta de que tal
vez si llamaba mi atención.
- Espera,
tú también me atraes. No es broma. Me empezaste a gustar hace un tiempo.- Me
había quedado sin aliento. No podía aceptar lo que estaba pasando.
Terminamos la conversación
pues ella se tenía que ir y yo aún no
sabía que estaba pasando. Pasaron los días y seguíamos hablando como si no
hubiese pasado nada. Pero seguía pasando.
Un buen día después de ir a
visitar a unos amigos, llegando a mi hogar, me encuentro a Nina con su mejor
amiga. Comentaba su amiga de que y como había pasado que aún no se lo creía. Pero
mágicamente, Nina, esbozo: “Cuando éramos solo amigos nos veíamos más, hablábamos
más e incluso, porque no, nos besábamos y teníamos más intimidad que antes” “¿Anthony,
por qué no volvemos a lo de antes?” Lo más gracioso es que sucedió como había
comenzado; con un juego y con mucha seriedad.
Así pasó. Casi un mes; la
relación más corta y que en mejores términos quedo de la que tuve. En fin. Sigo
hablando con Veronica, soy un mal amigo aunque se, y no por ella o mis amigos,
que su relación tampoco funciona y están como mi situación con Nina. Me siento
raramente emocionado, consternado por mi amigo y dubitativo por lo que traiga
el tiempo. Nos vamos gustando aún más. Tenemos el mismo miedo; no queremos
lastimar y tampoco queremos salir lastimados pues sabemos cuánto duele. Varias
personas ya descubrieron lo que hay entre nosotros aunque luchamos por no
hacerlo evidente por respeto y porque no sabemos qué hacer.
Aquí estoy. Cayendo mis
sentimientos por ella y sin saber cómo no arruinar la cosas con alguien
importante para mí, mi amigo. Así fue como me enamore de la chica de mi amigo.
Comentarios
Publicar un comentario