Involución

-          Es bueno verte tan animado, Frank-. Comento Nigel.
-          ¡Vamos! Solo deja el dinero en la mesa y vete ¿Esta bien?
Frank Rivers, solía ser un buen muchacho, uno de esos muchachos de buen corazón, agradable, algo tonto; se podría decir incluso que era una buena persona.  Es atlético, algo fibroso, pero no delgado. Tiene un peinado característico, del tipo de empresario ricachón; cabello engominado peinado hacia atrás. Suele donar dinero a la caridad, comer sano, entrenar y practicar poesía gótica. 
Tres días a la semana Frank desaparece de su vida. Su familia, amigos, estudios. Son necesidades mayores. Él diría algo por el estilo.
Nigel Colmenares, es algo regordete, despistado, impulsivo y muy extrovertido. Lleva peinado afro y aretes en túnel. Ni su mejor amigo, Frank, sabe más de él que esto. Ambos son chicos; jóvenes tratando de vivir en su propio mundo apartado del sistema.  Solían jugar en el bosque luego de salir de la universidad.
-          Vamos, Frank ¿No quieres? ¿Es una broma, no?- Grito Nigel a lo lejos.
-          Hombre… tanta marihuana aburre.
Si bien eran un par de chicos normales, algo drogos, pero normales. A solas solían hacer muchas tonterías; bajar pendientes muy inclinadas en bicicleta, saltar de roca en roca  por cauces de ríos, acampar de noche en el bosque.
-          ¿Qué dices? ¿Que esto algún día me matara, Frank? No, primero te saldrá un tumor en el cerebro.- Bromeo a carcajadas, Nigel.
-          Sé que me amas, bastardo. Tus palabras me lo demuestran.- Grito mientras reía y agitaba su mano mostrando el dedo medio.
Hoy era noche de acampar en el centro de la ciudad. No podían quedarse en cualquier sitio. Tenía que ser especial como siempre; divertido y algo peligroso. Así son los jóvenes.
Tomaron el bus de las 8:45p.m, bajaron en la parada de la calle, Aleksandrovsky. Y frente a sus narices su objetivo.  El que sería su punto de descanso y diversión de aquella noche. Es un pequeño edificio de cinco pisos color verde aguamarina, algo desteñido por el son de Moscú. No era algo elegante, tampoco el típico lugar donde habitaba algún ratero o asesino. Solo es un común edificio.
-          Mierda, Frank. ¿Cómo subiremos al tejado? Para ti es fácil, sucio esparrago.
-          Vamos señorita, Piggy. Solo escala y yo te ayudare. Tenemos que actuar rápido antes de que algún poli asome las narices y arruine la fiesta.
Las ventanas de aquel edificio son algo bajas, con un diseño de antes de la unión soviética, color blanco y de bordes algo largos. Fáciles de escalar se podría decir.
Los cinco pisos fueron pan comido para Frank. Nigel fue otra historia. El primer y segundo piso fue algo normal, el tercero y a medida que miraba hacia abajo todo era distinto. Tuvo que armase de valor recitando palabrotas para sus adentros “Maldita sea, mierda, tu puta madre Frank, espero que el arquitecto que diseño esta basura muera de diarrea purulenta atascada en su culo”. El cuarto y quinto piso alentado por Frank de una suma de dinero y una apuesta.
-          Vamos hombre, que si mueres, regresas y pagas todo lo que me debes.- Frank reía tapando su boca, luego de decir esto y mirar a Nigel sudando durante el proceso de escalada.
-          Y si no pasa nada, cabron, tienes que lamerle el entre piernas a mi abuela.- Refunfuñaba para darse valor.
Armaron una pequeña tienda de cuatro personas, hincharon un colchón inflable; armaron, conectaron y encendieron una pequeña cocina de campamento. Sacaron unas pequeñas latas de frijoles “La costeña” que habría de traer la abuela de Nigel el invierno pasado. Su abuela era colombiana. Su hija se había enamorado de un empresario ruso y decidió irse con él por amor.
-          Esto apesta hombre. Las calles están jodidas; esto da asco.- Menciono Nigel.
-          Tranquilo hombre, pronto Putin hará de las suyas. Él es un súper hombre ¿Recuerdas que es Comunismo-man?- Rieron ambos.
-          No solo eso, Frank. La sociedad.
-          Nigel, el hambre te pone algo filósofo, al parecer.
-          No, Frank, no es eso. Es solo que todo este supuesto cuento de religión, poder político, poder económico, personas justas y buenas, aun no me lo como del todo.- Mencionaba mientras enrollaba un cigarro utilizando una hoja de Ecce homo.
-          Nigel, Nigel, Nigel ¿¡Qué le haces a mi libro!?
-          Tranquilo luego te compro la primera edición luego de hacerme millonario.- Llevo a su boca el pequeño cigarro, le dio dos coladas y le ofreció un poco a Frank.- Vamos, piensa un poco, nos creemos la mierda más valiosa del universo; únicos como un diamante de tres colores diferentes. Y seguimos siendo las mismas bestias sin razonamiento eficaz de siempre. No vemos más allá de nuestros penes y vaginas. Machismo, feminismo, todo es la misma mierda. Religión, política, igual.
-          Alabado seas o Grandísimo y poderoso Nigel.- Frank se inclinó a los pies de Nigel y comenzó a hacerle reverencias burlonas.
-          Frank, Frank fuera de bromas, hablo en serio.- Tomo el pequeño cigarrillo lo llevo a sus labios y le dio un buen jalon, lo retuvo por cuarenta segundos.- Solo imagina todo, en cierto balance. Si, algo utópico, inexistente e inexacto. No podría explicártelo con exactitud pues no conozco algo parecido. Lo que si te puedo decir es que sería como una buena pizza; queso fresco, salsa recién hecha, champiñones recién comprados, jamón… Leches… ¿Qué hora es? ¡LOS FRIJOLES!
Frank, corrió rápidamente hacia la pequeña estufa sacando del fuego los frijoles “la costeña” con un pequeño trapo cuidando de no quemarse. Nigel, se dirige a la tienda, busca su mochila y busca un par de cubiertos.
-          Come rápido, fascista.- Bromeo Nigel con cara algo triste. Busco en el bolsillo del pantalón su pequeño estuche de “hierba para enrollar” y volvió a arrancarle una hoja del Ecce Homo. Se podía leer por el lomo de cigarrillo “en secreto cantábase, temblando”. Fumaba como si fuera el ultimo cigarrillo de la noche; siempre con el dedo índice y el pulgar.- Frank, ¿Has pensado alguna vez en saberlo todo, para luego poder encontrarle sentido a todo lo que no lo tiene?
-          Vamos Nigel, hablas como un suicida.- Frank, frunció el ceño.
-          Nada de eso, que va. Quedan muchas cosas por el camino.- Se terminó el cigarrillo mientras caminaba cerca de la cornisa del edificio verde aguamarina.- Todo esto me pasa por leer pendejadas y querer saberlo todo, Frank.
Nigel, ceno, Frank, ronco. Al día siguiente ya se encontraban en la universidad tomando cervezas en el receso, fumando hierba en el patio trasero. Siendo chicos. Nigel, se sintió vulnerable y flanqueado por diez mil soldados. Tenso, sabía que debía hacer algo. Frank, entendió que a partir de ese día el estaría solo, sin su amigo que estaría en busca de algo por el resto de su vida. Divagando por una sociedad que no entendía y no lo comprendía a él. Pero estaría bien, infelizmente feliz, sabiendo nada.

-          ¡NIGEL, VE A LIMPIARLE LA ALMEJA A TU ABUELA Y DILE QUE ME ESPERE EN LA CAMA!- Se despidió Frank, de nadie.



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