En la tumba del cazador

Que no te sorprenda si esta noche no vengo a susurrarte al oído lo preciosa que te ves, ni lo hermoso que luce ese vestido de coctel negro que queda tan ceñido a tu cuerpo. Solo vengo por un objetivo, ese mismo por el cual he visto que rosas tus pantorrillas cada vez que te sonrió, ese mismo motivo por el cual sé que si en este preciso momento beso tu mejilla instintivamente acercaras tu boca, y no es porque te resulte atractivamente prometedor como consorte; quiere que despeje tu banalidad moral en cualquier situación y más aún si es ipso facto. No creas que no he visto esa mirada perdida hacia el pasillo cada vez que te diriges al baño en busca de algo o alguien. Por amor a todo lo corrompido y delicioso de este mundo, es una boda. ¿No puedes ser más romántica. O acaso es cierto ese dicho que pregona “Cuando hay boda come gratis hasta el perro y si no come aún habrá comida para rato”?

De cualquier modo, no será en el baño o en el armario del conserje, aun menos en cualquier otra habitación de este dulce y sofocantemente amoroso hogar. Si tengo que despojarte de tu arrogancia juvenil que sea bajo mis reglas, en mi estadio, tú serás la visitante en terreno nuevo y yo seré el amo del diamante. Si, así será el juego, yo teniendo las de ganar y tu igual queriendo perder algo; un par de horas, la lujuria, el corazón. Tú decides.

Al fin llegamos y no hablaste en todo el camino aun cuando te apoyabas en tus amigas para sacarme conversación en aquella boda ¿Qué pasa? Aun no te he comida la lengua hasta donde tengo entendido. Eso espero hacerlo después de que yo baje del coche, cierre la puerta y me comporte como un supuesto caballero al abrir tu salida y preparar tu mente para el matadero que comienza después de ese beso, un beso firme, un poco húmedo, lleno de jugueteo que solo una lengua de víbora como la tuya y la mía pueden propinar. ¿Acaso está mal que quiera jugar con tu mente, y un poco con tus fluidos? Dicen que mientras mejor lubricación más placer para las damas como tú.

Bienvenida, este es el salón, al fondo está la cocina, a la izquierda mi oficina y arriba al fondo tu panteón y no digo porque descansaras eternamente ahí, mi niña. Este sitio como acordamos sin palabras y con la precisión y confidencialidad de un cirujano. Allí hay un cuarto de juegos, allí hay un altar de sacrificios humanos, allí esta ese lugar donde uno de los dos se perderá por un tiempo. Te aseguro, mi niña, que no seré yo el que pierda algo esta noche.

Disculpa, mi mano se resbalo, no aguante la tentación de comprobar si tus nalgas vienen así por defecto de fábrica, por mantenimiento en el taller o por simple ilusión por culpa de ese mágico vestido tuyo. Vaya que en parte es la segunda, aunque veo que debes tener solo un par de meses y aun puedo decir que acabas de salir del concesionario. ¿Puedo besar tu cuello a tus espaldas? Sé que no te quejaras, llevas deseando que suceda algo desde que subimos al cuadrilátero y encendí la luz. Tomare esos hombres firmes, te acercare a mi pecho y con la astucia y rapidez de un gato salvaje apartare con mis zarpas esa cabellera castaña hacia la izquierda. ¿Qué tenemos aquí? El inicio de una delicada cena.

Para empezar mis felicitaciones al chef, pues este plato tiene una buena presentación. Ahora comenzare con la cata. Bajamos el cierre que comienza en tus omoplatos y baja hasta el dobles de tus nalgas, diría que unos centímetros más abajo pero estoy algo hipnotizado. ¡VAYA! Alguien esperaba que la invitaran a cenar esta madrugada, pues las mujeres solo combinan su ropa interior en momentos especiales. Y más aún si son de encaje. No me sorprende para nada mi niña, yo no uso calzoncillos por la misma razón, y otras más pervertidas.

Vamos, tírate a la cama sutilmente ¿O prefieres que sea más rudo? Si así lo deseas así será. Vamos, déjame ver tu entrepiernas sin esas pantis de encaje, vamos quiero ver si tienes toda la zona bajo desforestación como el amazonas o cuidas y podas el matero para que luzca precioso el jardín. Quiero ver más ¿Qué es eso? ¿Un lunar? Precioso, se merece que lo bese. Disculpa si te hago cosquillas estoy muy cerca de ese poso añejado. Lo compararía con el coñac, pero es menos seco por lo que veo. A ver, probemos. Hhhmm, intenso, con cuerpo, todo un proceso para llegar a esta tonalidad, buena elaboración. De nada.

Beso tus pantorrillas de nuevo, tu hermoso manantial después, subo hasta tu ombligo y pregunto si estas preparada para esto. Desenvaino mi florete el cual ya se encontraba en guardia, y te apuñalo. No lo malinterpretes, si duele, duele tan bien, tan a gusto que tu espalda se curvea, tu cabeza va hacia atrás, tus manos quieres desgarrar mis sabanas y tu si quieres morir lo quieres hacer en todo lo que pueda durar ese momento.

Diablos, el piso esta resbaladizo ¿Me proporcionas un lugar para aferrarme y no caer? ¿Qué parece tu cuello? ¿Te voy a lastimar? No, todo lo contrario, que te pueda dejar sin aliento y a medio camino del desmallo va a ser una de las mejores sensaciones de esta noche. Vamos, ya puedes respirar, estas tan roja como el interior de tu vagina, me encanta. Ok, ya estas cansada, es hora de otra página del Kamasutra ¿Te parece otro clásico como el Dragón? Y así ya abríamos solo utilizado dos posturas esta noche ¿Para qué más si ya estas al borde del colapso?


¿Necesitas agua? Siento que te estas deshidratando, mi mano en tu hombro y la otra en tu cintura, tu cabeza hacia atrás y tu mirada hacia el techo blanco, un jadeo constante pues tus cuerdas bucales no dan para más, la cama empapada de tanto fluido que seguramente los científicos lo describirían como lodo primordial. Tus labias están muy rojos ¿Será por tanto castigo? No lo dudo. Mientras más vulnerable y destruida te veo más sangre llega a mi pene que le otorga fuerza sobre humana; las venas se dilatan aún más, ahora sí puedo terminar de besar tu útero. No estoy conforme, quiero desmallarme contigo has aguantado bien. Acelero las revoluciones por segundo de mi cadera, ya el jadeo no son tuyos, ya las manos que desgarran no son tuyas; disculpa si te lastimo tu cintura por tanta presión en mis manos. Estamos tan llenos de sudor que merecemos dieciocho galones de agua para tomar. ¿Aun puedes gritar y gemir? Qué bueno, pues ahora  pues el tren a la capital ya está por llegar. Me desmorono, sientes la presión hidráulica de mi movimiento, sientes la palpitación que te confirma que estoy a punto de venirme, sabes que mi pene esta tan caliente y vigoroso que le das ese último empujón lubricando con lo último que te queda.


Agitación motriz, calidez espesa blanquecina, tu útero está feliz, tanto que no puede soltar el objeto punzo cortante que tanto lo amo en ese momento, tanto que me ha dejado noqueado en este noveno raund, saco de la herida mi florete y veo como mana la espesura de tu entre piernas mientras yaces sin vida en mi cama. Tan placida, tan ida, por algo le llamaba panteón. A un lado querida, en esta tumba cabemos dos. Mañana arreglamos cuentas, nos presentamos de nuevo y reponemos energías, mientras, esta noche, te permito acurrucarte para que no lo pierdas todo. 



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