Nimia vita.
¿Cómo puedo explicarle a una criatura
pequeña que ya no estás cada que pregunta y pronuncia tu nombre? No hayo la
manera de aclararle estas cosas pues no entendería, sería en vano y prefiero
evitar el esfuerzo esbozando una sonrisa distractora ¿Cómo le hago entender que
no volverás y estarás entre nosotros?
-
¿Dónde está? ¿Dónde está?- Pregunta,
grita y exclama por explicación.
No puedo responderle. No entenderá y
realmente, si me cuestiono, no sé a ciencia cierta dónde te encontraras. Y
entonces ¿Qué hago con tantas preguntas sobre tu paradero? Simplemente esperare
a que te olvide, o tal vez, y si sigue recordándote esperare a que tenga más
edad para comprender explicarle.
¿Realmente te recuerda y nota tu falta,
o simplemente es como dice Jung “parte del inconsciente colectivo” y no solo le
haces falta a ella si no a más, quedando así impregnada ella de esta energía y
creando un bucle sin sentido hasta qué los demás nos deshagamos de ti y tus
recuerdos?
En ocasiones creo que cuando deje ella
de preguntar es cuando yo realmente te olvidare. Que idea tan perversa. La
repudio por su lógica.
-
¿Dónde está? ¿Dónde está?- Reclama,
grita e interroga.
A veces respondo con inocencia “En su
casa, querida”, “Está trabajando”, o simplemente hago silencio y evito el tema.
No duele saber que sucedió, duele no poder hacerle entender de una vez.
Es terrible no poder dicutir tu paradero
terrenal. Es terrible no poder explicar que no te vera de nuevo en vida y si lo
hace ya no la recordaras. Es una inocente tortura escuchar su nombre de tan
tiernos labios y aunque no duele, mata. No por ella, si no por la criatura.
Es triste, como ver a cachorros vagando
por comida y cobijo, es deprimente como no encontrar realmente reposo luego de
la muerte. No comprenderá, no, que ya no estás con nosotros, ni estarás, por
estar ahora de la mano de Marcus.
Comentarios
Publicar un comentario