Perdiendo el futuro
Es
aterrador ver como perdemos a los niños; dejando de jugar para concentrarse en
otras cosas de la vida, más o menos eso según lo analicemos. Se les dificulta o
se molestan por el hecho aprender; creo que retornamos poco a poco a siglos
anteriores donde ser ignorante se permitía y nadie, familiares, profesores o
sociedad en general, se preocupan, esfuerzan o motivan para hacer excelentes
seres humanos para un futuro ¿Culpa del país? ¿Culpa del núcleo familiar? ¿No
hay profesionales capases? o ¿Simplemente tratamos de convivir con lo errado
pues es más cómodo, menos complicado y evita ponernos en situaciones que no
sabemos o nos molesta manejar?
Familias
rotas, docentes rotos, autoridades rotas que vuelven a nuestros jóvenes polvo.
Si ellos (jóvenes), por su criterio de ser inexpertos en la vida para su corta
edad, se alimentan de expectativas con una pizca de inseguridad por lo que
depara el futuro, sumémosle a la receta unas cuantas cucharadas de falta de guía
parental, gramos (o kilos) de ineficiencia a nivel nacional en entidades
educativas y un pisca, solo una pisca (tal vez demasiada), de falta de
superación, motivación y crecimiento profesional en los docentes. La receta del
éxito (sí, claro, como no), más bien, la receta de la perdición.
Muchos
afirman que la problemática es actual, otros sostienen que es de antaño. Los
segundos no se equivocan, se “naturalizaron” los problemas para aparentar
solución. Lamentablemente como cuestión de albañil novato, quien quiso ahorrar
costos, no tomo en consideración la lógica de que siempre un trabajo barato o
mal hecho por materiales de segunda o tercera mano, siempre se deja relucir.
Tomemos como ejemplo la anécdota bíblica de dos hombres que decidieron
construir sus hogares a las orillas de un río, uno decidió colocar bases en la
arena y el otro sobre piedra ¿Pueden adivinar lo que el rió se llevó?
¿Quién
piensa en los niños? Nadie, por lo menos no ahora. Quien diga lo contrario que
lo demuestre o se consuma en sus mentiras.
👍
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