Breve delirio, locura y amnesia III (Final)
¿Cárcel?... No, no
posee barrotes.
Abismo diría yo.
Aturdido por lo que
acababa de ocurrir y desorientado al saber dónde me encontraba. Lo último que
recuerdo es que poco a poco las luces se degradaban hasta desvanecer, el aire
escapaba de mi cuerpo y sentía como paso por paso me introducían en cuatro
paredes.
-¡MALDICION! –torture
mis cuerdas bucales-. ¿Dónde demonios estoy?
Breves frases como esas
eran las que me mantenían mi mente cuerda en este infierno de penumbras y
silencio absoluto. Grite alzando mi cabeza al cielo (o por lo menos en donde
creía que se encontraba), nada salió de mi, ni un chirrido, lo único que logre
fue casi dislocarme la mandíbula por el esfuerzo por tratar de pronunciar
palabra alguna.
Sentía que pasaban
milenios en solo segundos… o solo segundos en milenios. Siento todo tan
relativo.
-Espera. Casi
sorprendido de lo que pensé por un momento tome compostura y pensé. ¿Sera este
el lugar de donde proviene Mr Hyde? Fue algo obvio debo admitir.
1, 2, 3, 4 paredes…
solo tanteaba a tropezones mientras mis manos servían como ojos en este hoyo
negro o jaula de penumbras.
Mi mártir había
utilizado la misma prisión en donde supondré que se alojaba para encerrarme a
mi. Ojeo con la yema de los dedos desenfrenadamente, pues la locura poco apoco
se apodera de mi como lo haría de cualquiera si no pudiera oír, hablar o ver.
Siento algo extraño; se
enciende una luz roja, mi respiración se acelera, mi corazón bombea sangre con
tanta fuerza que siento que voy a explotar, mareas de gotas de sudor excretan
mis poros… detrás de mí, esta él.
Doy rápidamente media
vuelta para poder enfrentarlo y desvanecido como el humo de mis cigarrillos se
encuentra de nuevo a mis espaldas.
-¿Qué quieres?
Mencione.
-Solo pasaba a saludar,
querido amigo.
-Basta-. Implore.
Sácame de aquí por favor…
Todo volvió a la
oscuridad –Maldición, maldición, maldición-. Solo quiero escapar de aquí.
Revise mi chaqueta en busca de algo, algo… algo que me hiciera recordar.
¡EHURECA!, mis cigarrillos, rápido y sin vacilación encendí a toda prisa el
primero.
Vamos, vamos, piensa…
si él estuvo aquí y salió, debió haber encontrado la forma -¡YA SÉ!-. Recordé
que instantes antes de que apareciera sentí algo débil ser movidos por mis
dedos.
Tuve que buscar de
nuevo por todas partes, tanteando, hurgando para poder encontrar aquello. ¿Qué
es esto? ¿Un hoyo?, me introduzco por el esperando y rezando como fiel
arrepentido por la más bárbara atrocidad cometida, que me lleve a algún lugar.
Metros y metros de
escombros y tierra hechos túneles comprendí que se dirigían hacia afuera y
luego hacia arriba. ¿Aire? No, imposible… aun creo que no he salido. Como un
zombie alzo una mano fuera del hoyo para luego pasar hombros y cabeza.
¿Neblina? Maldición,
¡RAYOS!... donde estoy ahora.
Una voz a la lejanía,
siendo un poco breve, turbia y escabrosa repite unas palabras tan helantes como
nitrógeno líquido.
-Estas aquí, en el
centro de la mente, donde las ideas son transformadas en pesadillas y locuras-.
El centro de la mente no es así (o al menos eso suponía).
-¿Quién eres?-. Exigí
una respuesta.
-Soy el guardián,
Dianenim’h.
-¿Qué demonios haces
aquí?
-Guardar las
atrocidades del mundo, tu mundo.
No comprendía que
sucedía, me sentía como al principio, completamente anonadado.
-Podrías ayudarme, creo
que ya sabes lo que está pasando.
-No-. Refunfuño con tal
alarido tal que aturdió el paisaje.
Inexplicablemente él
sabía que pasaba y tenía sus razones para no hacer nada. Por un segundo mire el
paisaje, parecía alucinación de algún esquizofrénico y comprendí muchas cosas,
por lo menos las más importantes.
A mi mente llego algo
que por alguna razón ya no podía irse -¿Mr Hyde es de este lugar?-. Me pregunte
una y otra vez.
Mi mente vacilaba con
tal fuerza que me veo obligado a recostarme en el suelo, encender otro
cigarrillo y pensar.
-¡Hey!, Dianenim’h. . .
-¿Qué quieres?
Tan ágilmente cavile y
por un instante la malicia vino a mí.
-Sé que conoces a Hyde-.
Sonreí mientras expulsaba el humo de cigarrillo cual bestia del averno.
Luego de un milenio de
silencio hecho minutos… o minutos hechos milenios, no sé. Se dignó a responder
mi pregunta cual interrogante ya mi mente tenia respuesta.
-Si-. Lo sabía.
Rápidamente me erguí
como simio en plena evolución primaria. Observe a mi alrededor y de pronto
aparecieron 4 puertas. Con agitación por increíble susto, saboreo otra pregunta
que ya Dianenim’h esperaba.
-¿Qué son esas?-. Le
susurre.
-Los contenedores de los
pecados y martirios-. Levanto la mirada y añadió.- Todos tuyos-.
¿Míos? ¿A qué se
refería? Me pregunte una y otra vez. Pensé y escanee cada rincón de mis
recuerdos. Solo podía suponer que fueron los años de vida que fueron antes de
la primera aparición de Hyde.
Con un esfuerzo
infinito y precoz exijo que me lleve a esas puertas.
-Buena elección-.
Sonrió.
Mientras nos dirigíamos a la primera puerta me
explico luego de entrar a ellas mi mente se desmoronaría pero encontraría la
libertad. Pero luego en el exterior ocurrirían muchas otras cosas.
Primera
puerta: Infancias
Al pasar por ese umbral
me encontraba de nuevo en mi hogar de la niñez, nada había cambiado excepto que
Dianenim’h se encontraba a mi lado.
Veo a mi madre en el
sofá, mi padre se encuentra en el trabajo… ¿Huele a alcohol?
-¿Mamá, que haces?-.
Pregunte con una mueca extraña.
-Los mato… Los mato a
todos, querido.
¿Qué sucede, Dianenim’h?
¿Qué está pasando? Esta no es mi infancia, no al menos la que yo recuerdo.
Dianenim’h volvió su
mirada hacia mí y nunca quise que pronunciara tales palabras.
-Esa es tu madre, la
madre que Hyde desea con cada centímetro de su cuerpo.
Mi madre se levanta del
sofá, aun no entiendo nada en absoluto. Se dirige así mi agitando una botella
saboreando saliva como perra en celo.
-Ven, querido… quiero
amarte-.
Huyó despavorido, no
entendía lo que pasaba.
-¡Dianenim'h, MALDITO!
¿¡QUE ES TODO ESTO!?
Enojado y como infante,
me deshago en lágrimas mientras él me observa. No entiendo nada, no comprendo
lo mas mínimo.
Es mi madre, pero mi
madre no era de esa forma; mi madre no bebía, no maldecía, era una devota
cristiana.
-¿Qué es todo esto, Dianenim’h?
-Tu vida, tu angustia,
tu quiebre… Hyde en persona.
Segunda
puerta: Padre Jhon
Anonadado por la puerta
anterior, desconcertado y lleno de un vacío abrumador aparece frente a mí la
siguiente puerta. No comprendo del todo, mejor dicho, no quiero entender por
ahora.
Me dispongo a pasar el
umbral misterioso y aparezco junto a mi nuevo amigo frente a la iglesia del
pueblo en que nací. ¿Ahora, ahora que sucede Dianenim’h? ¿Qué es esto?
Siempre sentí escalofríos
al pasar por esta calle desde pequeño, luego de que mi madre me trajera a las prácticas
de monaguillos.
-¿Dianenim´h…-. No proseguí
con la formulación de mi pregunta.
-Esta es la guarida de
la desesperación y el dolor; solo aquí las mentes piensan en entidades jamás
vistas más poderosas cada una a la anterior y sufren quiebres en sus miserables
mentes-. Sin vacilar contesto.
No entendía, el hecho
de las puertas ni por que las personas dentro de ella me veían como de pequeño.
Dispuesto a entrar y
afrontar sea lo que fuese, irrumpo en el templo sagrado. Ni un fiel, ni un alma
en pena, ni una sola persona siendo engañada. Busque en el sótano pues allí era
donde se ejercía el entrenamiento para convertirse en monaguillo. ¿La puerta
tiene llave? ¿Qué sucede ahora?
Dianenim´h se acerca a
la puerta sin siquiera murmurar, levanta gentilmente una mano cual virgen en
busca de ser desposada, estira un dedo e ipso facto la puerta se entre abre.
¿Llantos? Suena a pequeñas creaturas siendo amenazadas o torturadas.
Sin el mínimo ruido
cual ratón en alacena me dispongo a bajar por las escaleras ¡Es el padre Jhon!.
Luces tenues, llantos, gemidos, cámaras, sogas…
Maldición Dianenim´h
que es esto… Dispuesto a averiguar, aunque con una dolorosa sospecha veo al
padre Jhon introducir su miembro en el cuerpo de Tom. Las náuseas me invade, mi
pecho arde de rabia y dolor.
-¿Qué sucede? No puedo más…
-Tranquilo, solo es el
principio del mal.
Abruptamente… la nada,
solo oscuridad y silencio.
Tercera puerta: Tom
Con mi alma moribunda,
casi no podía comprender siquiera el más mínimo detalle aun; escucho una vos
tenue y me que pronuncia mi nombre. Propuesto a seguir dicho sonido aparecen frente
a mí una banca de parque, un pequeño poste de luz que torna gris mi entorno.
Sentado, descansando de
la pesadilla enciendo un cigarrillo…
-No deberías hacer eso.
. . . Ya que es dañino-. Exclamo el silencio perpetuo.
-¿Quién eres? ¿Dianenim’h?-.
Reclame confundido.
-Ya veo, todavía no
reconoces a quien le permitiste descansar en paz.
Dianenim’h apareció de
entre las sombras y poco a poco fue degradando su cuerpo y transformarlo en Tom
¿¡TOM!? ¿¡QUE HACE AQUÍ!? ¿¡NO ESTABAS MUERTO!?
-Tranquilo, amigo… Poco
a poco tu mente se ira aclarando.
-¡Tom, rayos… lo siento
mucho… no fui yo… el… el padre Jh…-. Me interrumpió.
-Tranquilo, no pasa
nada-. Se dirige hacia mí y abrazándome se desata el llanto.
Pobre alma maldita,
esculpida por el dolo y la impotencia… ¡MALDICIÓN! Siento que mi cabeza
explotara en cualquier momento.
-Tom, ¿Qué es todo
esto?
-Tú tortura, y vengo a
liberarte como lo has hecho conmigo. No vaciles y continúa, solo queda una
puerta por atravesar.
Cuarta
puerta: Sanatorio
Se desvanecen los
objetos la oscuridad Tom.
Luz… no puedo mover mis
brazos de repente, frió abismal que solo la muerte en vida proporciona. Mis pupilas se adaptan al cambio abrupto, escucho el sonido de personan gritando,
caminando… murmurando.
¿Dónde estoy? ¿Camisa
de fuerza? ¿Otra celda? ¿Acaso Mr Hyde consiguió atraparme de nuevo?
No, es diferente… puedo
ver.
-¡MALDICIÓN, MALDICIÓN!. . . ¡SÁQUENME DE AQUÍ-. Sentía como la desesperación se apoderaba
de mí.
No comprendía hasta
ahora lo que sucedía, lo poco que recuerdo de lo que viví mientras pasaba los
umbrales se fue borrando y solo permanecía en mi ese dolor que fueron aquellas visiones
nefastas.
¿Abra sido esa mi
verdadera vida? ¿Recuerdos reprimidos? ¿Doble personalidad?
-¿Sigues vivo, escoria?
-¿Quién es?
-¿¡NO RECONOCES MI VOS
DE NUEVO!?
-¡HYDE, MALDITO… TU!
La ira, oh la ira. Solo
pensaba en como desmembrar a ese monstruo.
-¿Qué cruel, eso me harías,
luego de que hice que nos divirtiéramos? ¿Qué tal fue todo, eh?¿Dolor?
¿Sufrimiento? ¡PUES, NO MAS… NO MÁS, MALDICIÓN!
-¿Qué has hecho
monstruo?
-Acabe con todos…
No, no, no, no… que
hemos hecho, desatándose en llanto acongojado como bebe recién nacido, comprendí muchas cosas luego de eso Hyde nunca hablo de nuevo.
Mi madre me golpeaba,
abusaba de la fuerza y mi padre nos dejó por tener una madre alcohólica… nunca
se preocupó por mí.
Mi madre vendía mi
cuerpo al padre Jhon por dinero para más botellas de licor, planee junto a Tom
acabar con nuestra miserable existencia… pero, algo… algo salió mal. Me desvanecí
y solo él pudo escapar de este martirio por entre mis dedos, el llanto de Tom
en aquel entonces estuvo acompañado por una sonrisa… nunca lo note.
En un instante, sacado de mis pensamiento y retorcidos recuerdos, la puerta es abierta y una dulce voz calma mi alma.
-Vamos, es hora de la medicina de las 12...
Comentarios
Publicar un comentario