Monologo de Mr Hyde (Breve delirio, locura y amnesia: Parte 2.5)

   En la oscuridad... Grito, aulló, imploro por piedad.




 Nada reacciona. . . ni el eco...




Las paredes carcomidas por mis uñas ya largas y afiladas por tanta fricción generada por la esperanza de encontrar alguna salida. Esta habitación poco a poco se va llevando lo poco cordura que poseo y por breves descuidos solo aparece la luz tenue de que indica solo mas oscuridad. 

4 paredes, 1 tortura eterna, no tengo idea ni en que año, mes, día, hora, segundo....  No se, todo parece tan relativo.

Mi custodio al parecer a tomado riendas sueltas a su locura, me a amordazado y solo se escuchan los chirridos de las tuberías ¿Acaso no llegara ningunos de mis alaridos a la superficie?, ¿Me encontraran aquí algún día?. Son preguntas que me repito con esperanzas a que algo suceda...

Tanteo por la habitación, ya que esta oscuridad me impide ver, todo esta húmedo y duro. Nada más que concreto, cemento y tinieblas... 

¿Comida? ¿Agua?, No son necesarios, las mentes son inmortales y solo necesitan aire libre para existir... Por eso solo ruego a mi captor que me devuelva mi libertad añorada y vivir una vez mas en esos recuerdos pasionales de antaño.

La barba me cuelga, el cabello me llega a la cintura, la ropa se desintegro en mi piel cubierta de llagas. Mis ojos... solo quedan mis cuencas, ya no necesito ojos; ver todo con el tacto me hizo mas fácil el poder aceptar que vivía en oscuridad perpetua.

-¿Qué es eso? Me repito como si no supiera lo que es mi hallazgo.

Baldosas sueltas, tierra mojada... ¡LA GLORIA!. Bañado en éxtasis implorando que todo sea verdad, decido excavar como topo nariz estrellada y solo me dirijo a lo que creo que es la superficie. 

-¿Hola? Creí reconocer la voz de mi amigo. 

- Hola. Repetí. 

Efectivamente, solo seguí un poco más su voz mientras le contaba todo y no callara para seguir cavando hacia el. No recuerdo la ultima vez que me encerró...

Me llamo por mi nombre y la alegría invadió mi cuerpo... cave con mas fuerza, pero para mi triste realidad solo encontré una espesa niebla en la que solo existía el sonido de su voz. Sabia que era el, pero aun no comprendía el por qué me había encerrado. Extraño el calor del sol, la brisa de primavera, la sangre entre mis dedos. . .

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